Existen dos formas en que el entrenamiento resistido reduce el riesgo de enfermedad cardiovascular. Primero, disminuye la frecuencia cardíaca en reposo y por tanto pueden reducir la tensión tanto sistólica como diastólica, de hecho, algunos estudios han demostrado que el entrenamiento resistido es tan eficaz como el ejercicio aeróbico para reducir la tensión arterial en reposo. La segunda forma en que el entrenamento resistido beneficia la salud cardiovascular es mejorando los lipidogramas y creando una significativa disminución del colesterol ligado a lipoproteínas de baja densidad (LDL-colesterol)
* Hipertensión:
La hipertensión es una enfermedad no sólo de personas mayores, sino también de jóvenes. La hipertensión se define por una lectura de la tensión arterial sistólica de más de 140mmHg y una lectura de la tensión arterial diastólica de más de 90 mmHg. Los clientes con hipertensión controlada pueden participar en muchos tipos de entrenamiento siempre que el ejercicio esté prescrito y bajo la supervisión del entrenador personal.
* Hiperlipidemia:
La hiperlipidemia es un término general para describir las concentraciones elevadas de lípidos (grasas) en la sangre, como el colesterol, los triglicéridos y las lipoproteínas. Numerosos estudios han demostrado que un nivel elevado de LDL (lipoproteínas de baja densidad) es una causa principal de arteriopatía coronaria. El objetivo primario del tratamiento del colesterol es reducir los niveles elevados de LDL y elevar los niveles de HDL (lipoproteínas de alta densidad). La dieta , el aumento de la actividad física y la pérdida de peso desempeñan un papel principal en la reducción de los niveles de LDL.
El entrenador personal será quien facilite el programa de ejercicio con sus efectos positivos en el aumneto de HDL, triglicéridos y el aumento de la pérdida de peso. Se necesita participar en un programa regular de ejercicio a largo plazo durante al menos un año y seguir en adelante para lograr y mantener unos resultados duraderos. Además, los programas deben incluir una frecuencia relativamente alta de sesiones de ejercicio por semana, ya que el ejercicio intenso ha demostrado mejorar la acción de la insulina y los perfiles lipídicos durante 48 a 72 horas después de una sesión de ejercicio.