La obesidad tanto en niños como en adultos se ha convertido en una epidemia. La obesidad aumenta el riesgo de morbilidad por hipertensión, hiperlipidemia, diabetes tipo II, arteriopatía coronaria, accidente cerebrovascular, colestiopatía, osteoartritis, apnea del sueño, problemas respiratorios, cáncer de endometrio, de mama, de próstata y de colon.
La obesidad es una enfermedad crónica multifactorial y compleja que se desarrolla con la interacción de influencias genéticas, medioambientales, sociales, conductuales, metabólicas y posiblemente raciales.
Uno de los principales factores de incremento a nivel mundial de la obesidad es un equilibrio energético positivo causado por la mayor disponibilidad de alimentos hipercalóricos y por un estilo de vida sedentarios.
Las personas obesas debe hacer hincapié en recortar la ingesta calórica e incrementar la actividad física. Los posibles resultados piscológicos de un programa de ejercicio que favorezca incrementos en la motivación y el compromiso se raducen en un aumento del bienestar y el estado de ánimo, una mejor imagen corporal de uno mismo, una mejora de autoestima y eficacia , y una mejora de las estrategias de afrontamiento. Por ejemplo, la mejora del bienestar y la autoestima derivada de la actividad física se puede generalizar a otras áreas de la vida y mejorar el cumplimiento de la dieta. Dicho de otro modo, el cliente se siente más productivo y con mayor control sobre su vida, por lo que se siente más capaz y con ganas de hacer elecciones correctas sobre la comida y las raciones. Todo programa progresivo bien diseñado evita lesiones además de lograr que las sesiones iniciales de ejercicio sean agradables y tolerables para este tipo de población.
En general, los programas de control del peso de más éxito consisten en una combinación de modificación de la dieta, aumento de la actividad física y cambios en el estilo de vida.